A esto hay algunas cuestiones para tener en cuenta; la primera, es considerar que cuando algo nos duele es porque está mal, algo dentro de nuestros músculos se rompió, o acaso cuando nos duele el estómago, o el dolor que nos genera darnos un martillazo, pensamos “qué bueno! Mi estómago o mi dedo se están preparando para algo mejor!” Pues no, al empezar a correr, andar en bicicleta o hacer cualquier otra actividad, nuestro cuerpo debe sentirse feliz de haber empezado, sentirse cansado, pero no adolorido o en extremo cansado.
El segundo aspecto a considerar es que además de correr el riesgo de hacerle daño a nuestro cuerpo, es muy probable que nuestro cerebro en su infinita sabiduría, rechace realizar nuevamente un entrenamiento, ya que la imagen que quedó grabada es la de que ese tipo de actividades le hacen daño, y aunque superemos esta instancia, siempre estará buscándonos excusas para detenernos.
Ahora bien, hay molestias que es lógico que aparezcan en los primeros tiempos de iniciados a correr molestias en la parte delantera de la pantorrilla (posible periostitis) o en la parte trasera (posible tendinitis); o al pedalear, molestias en los isquiones. En general estas molestias se deben a que sencillamente no tenemos la costumbre o la técnica más adecuada para realizar dichas actividades, cosa que con el tiempo y una guía adecuada suelen desaparecer; lo cual no quita una consulta médica, preferentemente con médicos con real y cercana relación con deportistas amateurs.
Otra molestia que suele aquejarnos es una fuerte punzada sobre el lado derecho del abdomen, bien, nuestro hígado está reportando un excesivo trabajo al detoxificarnos de numerosos elementos que circulan por nuestra sangre al realizar actividad física, consejo, bajar en esos momentos la exigencia, buscar esa sensación de que el aire nos sobra (actividad aeróbica) y resguardarnos mejor de todos aquellos alimentos que sabemos no son bienvenidos por nuestro hígado.
Elección de quién guía el entrenamiento
Correr, pedalear, son actividades que prácticamente cualquiera puede desarrollar solo, o por lo menos sin la asistencia de alguien que dirija o guíe el entrenamiento. Sin embargo, la participación de un profesional idóneo hará de correr o andar en bicicleta una tarea más llevadera y con mayores logros, evitando o sabiendo cómo llevar las diferentes molestias que puedan aparecernos.
Para ello es importante estar atentos a quienes recurrir; más allá de dirigirnos a un grupo de entrenamiento o a un profesor particular, lo primero que debemos observar son los conocimientos del profesor a cargo, lo cual no siempre se refleja en la intensidad y entrega que requiere de sus entrenados, sino más bien en cómo atiende a sus particularidades y necesidades.
Un primer paso para considerar es el grado de aprendizaje que ha logrado dicho profesor, los únicos matriculados y con reconocimiento para esta área son los Profesores de Educación Física, quienes además del contenido específico de entrenamiento, le agregarán metodología, didáctica, pedagogía y algo de psicología; de estos elementos surgirán sin duda la atención a todos los requerimientos que nos puedan surgir. Es importante también estar atentos a aquellos instructores o profesores que intentan abarcar todas las áreas, ¡nunca se puede abarcar todo! El entrenamiento para los profesores, los chequeos y lesiones para los médicos, y las dietas y suplementaciones para los nutricionistas.
Saber quién nos quía en nuestro entrenamiento es esencial para no sólo mejorar nuestro rendimiento, sino principalmente para que el mismo se de de forma tal que no nos genere lesiones ni retrocesos, asegurándonos de que todas las áreas de nuestra persona estén cubiertos por profesionales idóneos y que conocen cómo trabajar en equipo.
Martín A. Pan
Prof. Nac. de Educación Física
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